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Mierda de Bizkaia Andoni FernÁ¡ndez Azkarai

«Dicen que el tiempo pone a cada uno en su sitio, pero igualmente podemos pensar que el tiempo es un tanto canalla y que en esta vida rara vez se hace justicia.» —Andoni FernÁ¡ndez Azkarai, autor de Mierda de Bizkaia.

Bizkaia, mierda, rock’n’roll. Con un punto de partida limitado Mierda de Bizkaia es, sin embargo, un ejemplo de historia social que va mÁ¡s allÁ¡. Es historia desde los mÁ¡rgenes de la sociedad, narrada por aquellasvoces rechazadas por el discurso oficial triunfante. Voces disonantes con el relato engaÁ±oso que se estaba formando. Voces desafinadas yafÁ³nicas también, pues gritaron y pelearon por existir bajo sus propias normas. Sin normas. Sus protagonistas se dejaron la piel y aquellos que sobrevivieron alzan la voz de nuevo para expresar su verdad.

A estas alturas Eskorbuto, Vulpess o MCD son bandas conocidas allÁ­ donde hay punks, en todo el mundo. No son éstas las protagonistas de Mierda de Bizkaia. EstÁ¡n presentes, pero en boca de otras desconocidas. AquÁ­ hablan las olvidadas. Aquellas bandas que vivieron el surgimiento del punk en Euskadi pero no llegaron a producir un vinilo. Algunas ni siquiera una maqueta.

No esperéis nuevos Á­dolos que adorar. Yo he odiado a mÁ¡s de uno de los personajes que habitan estas pÁ¡ginas. Da igual. Todos ellos forman una historia conjunta, contradictoria, cruda, honesta y apasionante. Nos confÁ­an su intimidad y muestran el retrato de una generaciÁ³n enconflicto contra todo.

Bizkaia es una de las tres provincias oficiales de Euskadi (noentraremos aquÁ­ demasiado en la cuestiÁ³n nacional), en el norte del opresivo estado espaÁ±ol. En los aÁ±os de explosiÁ³n del punk es una regiÁ³n castigada por el paro y la crisis econÁ³mica. Experimenta, como el resto del territorio espaÁ±ol, una lenta mutaciÁ³n de sistema polÁ­tico tras la dictadura fascista, sacudida por un fuerte movimiento obrero y la actividad armada de ETA y Comandos AutÁ³nomos Anticapitalistas.

Es impensable que el punk, nacido del rechazo, se mantenga al margen de las tensiones sociales del momento. MÁ¡s aÁºn cuando las fuerzas del orden acostumbran a cachear aleatoriamente, detener, golpear y robar a los jÁ³venes punks. Eran la gran mayorÁ­a de ellos de clase obrera luchadora. Gente que sufrÁ­a en sus barrios y sus familias el acecho de la crisis y la explotaciÁ³n. Manu, del grupo NPI, deja claro porqué habÁ­a tanto punk en su ciudad: «Eskorbuto lo dijo en tres palabras: paro, miseria y humillaciÁ³n.»

Los primeros punks vascos no pueden viajar a Londres el fin de semana, no van a fiestas de la alta sociedad. Desprecian la movida madrileÁ±a. Ellos montan sus equipos con piezas robadas, auto- construidas o improvisadas. «Mira, nosotros Á­bamos a las cabinas telefÁ³nicas, reventÁ¡bamos el telefonillo y nos cogÁ­amos los altavoces. Esos se los ponÁ­amos a las guitarras espaÁ±olas y con dos cables lo enchufÁ¡bamos al radiocasete que le pillaba a mi hermano mayor. SubÁ­amos el volumen a tope y distorsionaba la guitarra.» (Javi, de Kiskillas Farrangosas)

De su vida cotidiana nacÁ­a un espÁ­ritu rebelde incontrolable. «Entusiasmo y las ganas de cambiar. Nosotros quisimos hacer la revoluciÁ³n aunque no tenÁ­amos ni idea de qué era la revoluciÁ³n. Nosotros sÁ³lo la vivÁ­amos y la sentÁ­amos.» (Aitor, de DeserciÁ³n). Una entrevista tras otra se nos desvela la cara oculta de los aÁ±os ochenta. Casi no hay rastro de la esperanza pasada, el futuro no existÁ­a pero el presente se vivÁ­a intensamente. Guerra sucia, drogas, violencia, machismo, las primeras okupas, insumisiÁ³n, lucha polÁ­tica, creatividad…todo se mezcla.

Hay peleas pero también hay mucho apoyo. Los mayores enseÁ±ando a tocar a los jÁ³venes y haciéndoles un hueco. La necesidad de unirse para okupar un espacio y hacérselo propio, llevarlo adelante, enfrentarse a la policÁ­a, a los fascistas y a la clase polÁ­tica. Curiosamente, la mayorÁ­a de las personas entrevistadas consideran el momento actual peor que entonces y con un futuro mÁ¡s incierto.

¿Qué nos dejÁ³ todo aquello? Nos dejÁ³ su voz y una cultura creada a golpes y pedazos. Una cultura que agoniza si no se reinventa, si no se nutre con la aportaciÁ³n de cada una de nosotras. Éste es un trabajo fascinante y Andoni lo ha realizado con sus propios medios, por la pura pasiÁ³n de descubrir y dar a conocer el punk marginal de Bizkaia. AdemÁ¡s, nos brinda la oportunidad de deleitar y destruir nuestros oÁ­dos en mierdadebizkaia.bandcamp.com con grabaciones rescatadas de muchas de las bandas entrevistadas. Pero no sÁ³lo eso, Mierda de Bizkaia ha animado a otras personas a recuperar la historia de sus respectivas regiones. Y eso nos alegra profundamente. Gipuzkoa serÁ¡ la siguiente. Eskerrik asko.

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“They say that time puts everyone in their place, but it’s just as true that time is a cruel bastard, and in this life justice is rarely served.” —Andoni FernÁ¡ndez Azkarai, author of Mierda de Bizkaia.

Bizkaia, shit, rock’n’roll. Despite its small starting point, Mierda de Bizkaia is a social history that goes further. It’s history from the margins, narrated by voices rejected by mainstream discourse. Voices that dissent from the deceitful history that was being written at the time. Hoarse, off-pitch voices that screamed and fought to exist on their own terms, or without any terms. Its protagonists fought with everything they had, and those that survived are raising their voices again to express their truth.

These days, Eskorbuto, Vulpess, and MCD are well-known groups in every punk scene on Earth. But those aren’t the protagonists of Mierda de Bizkaia. They appear, but in tales told by nobodies. In this book, the nobodies, the forgotten, are the speakers: bands that lived during the punk boom in Euskadi but never managed to stamp their existence onto vinyl. Some of them didn’t even record a demo.

Don’t hope for any new idols here. I hated more than one of the characters who lived in these pages. Doesn’t matter. All of them make up a shared history, contradictory, crude, honest, and impassioned. They confide in us, and together they make up a portrait of a generation in conflict with everything. Bizkaia is one of the three official provinces of Euskadi (we won’t get too deep into the Euskadi nationalism question here), in the northern part of the oppressive Spanish state. At the end of the 1970’s it was in the midst of an economic crisis, and that’s when punk blew up. Like much of Spain’s territory, it experienced the slow mutation of the political system after the fascist dictatorship, shaken by a strong labor movement and the armed rebellion of ETA and the Comandos AutÁ³nomos Anticapitalistas (CCAA).

It’s unthinkable that punk, born of renunciation, would stay on the sidelines of this social movement. Especially when the forces of order were accustomed to detaining, frisking, beating, and robbing young punks. The majority of them were part of the working-class struggle, people who suffered the lurking crisis and exploitation. Manu, from the group NPI, has no doubt about why there was so much punk in his city, “Eskorbuto said it with three words: unemployment, misery, and humiliation.”

The first Basque punks couldn’t travel to London for the weekend; they didn’t go to high society parties. They spurned la movida madrileÁ±a. Their equipment was built from stolen parts, DIY’ed and improvised. “We went to phone booths, broke the handset and stole the speakers. We put those in Spanish guitars and connected it to a cassette player that my big brother had. We turned the volume up all the way to get that distorted guitar sound.” (Javi, from Kiskillas Farrangosas)

From daily life an uncontrollable rebel spirit was born. “Enthusiasm and the urge for change. We wanted a revolution even though we had no idea what a revolution would be. We simply lived it and felt it” (Aitor, from DeserciÁ³n). One interview after another reveals the hidden side of the 1980s: there is almost no trace of hope, the future didn’t exist, but the present was intense. Dirty war, drugs, violence, machismo, the first squats, draft-dodging, political struggles, creativity…everything mixed together all at once.

There were fights, but also support. Older punks taught youngsters how to play and made space for them. Collaboration was necessary to squat a space, make it their own, take it forward, face the police, the fascists and the political class. Curiously, the majority of the people interviewed consider the current moment to be worse than those times, with a more uncertain future.

What does that leave us with? With their voices and a culture created by blows, from bits and pieces. A culture that dies if it doesn’t reinvent itself, if it isn’t supported by a collective effort. This is a fascinating project, and Andoni has done it on his own, discovering and sharing the forgotten punk of Bizkaia. Many of the rescued recordings from the interviewed bands are put online, to enjoy and destroy our ears, at mierdadebizkaia.bandcamp.com. Mierda de Bizkaia has encouraged others to rescue the history of their scenes, and that makes us very happy. Gipuzkoa will be next. Eskerrik asko.

(Review translated to English by David Corkle)